viernes, 21 de enero de 2011

Música y texto

Cuando el texto imperaba sobre la música.

Para los que nos proclamamos practicantes de la música, nos es aparentemente fácil tomar un instrumento y hacer una melodía que nos da la impresión de decir algo, o al menos eso imaginamos. Hoy sabemos que la música tiene un valor en sí misma y que por sí sola nos comunica aparentes estados de ánimo, maneras de sentir, e incluso nos retrata una escena. Basta con cerrar los ojos para que algún timbre (como el de una cítara por ejemplo), o un giro melódico, nos lleve a algún lugar en específico.   Pero anteriormente era todo lo contrario, era el texto el que dictaminaba la dirección de la música, debido a su importancia y ésta visión emanaba de la tradición de la poesía griega, que defendía incluso la presencia de un melodismo en la poesía. A partir del texto se tomaban decisiones sobre la composición musical y ésta debía servir para comunicar mejor aquél mensaje.

Actualmente, un buen análisis del estilo vocal debe incluir un  estudio entre la relación palabra-música, ya que ésta tiene por cometido reconciliar dos puntos básicamente irreconciliables: mantener claridad en las palabras y ofrecer un atractivo musical. Muestra de esto lo tenemos con los sistemas de notación más tempranos, que como se mencionó en un trabajo anterior, se originaron como extensiones de los esquemas de puntuación lingüística, por lo tanto, no es de sorprender que las relaciones entre música y lenguaje, sean de gran importancia en el repertorio de las primeras obras escritas.
Las palabras permanecieron importantes en la polifonía vocal desde el siglo XIII al XV y esa práctica de componer música especialmente para el texto adquirió un renovado interés hacia el siglo XVI, cuando algunos teóricos sentaron las normas acerca de la ordenación semántica y sintáctica de la música al texto. Existen en el canto gregoriano dos estilos que retratan fielmente la inclinación hacia una u otra preferencia: el recitativo litúrgico y la composición libre.

Composición libre
En este tipo de composición, sobre todo, los grados de complejidad se indican aproximadamente con términos como:
 Silábico: cuando se asigna un sonido por cada sílaba de texto, por lo tanto es el estilo más sencillo. Se observa principalmente en las antífonas.
Neumático (aunque actualmente se prefiere el término medio-silábico): su término se debe al de la notación gregoriana e implica que a cada sílaba de texto se le destine un neuma, es decir, un grupo de dos a cinco notas o más.
Melismático: a este grupo corresponden los pasajes más largos, cantados sobre una sola sílaba. Un ejemplo se aprecia con claridad en las últimas silabas del Aleluia.
Hay que mencionar que no hay una distinción clara que separe y divida las melodías dentro de un sólo estilo. Muchas de las piezas mezclan además, dos o incluso los tres en una sola composición. El Introito de la Misa para la Celebración de la Pascua, muestra la mezcla entre dos estilos; en la primera parte es predominantemente neumático y en la parte del salmo se vuelve silábico.



Recitativo Litúrgico.
Es una de las formas más antiguas,  y a la vez más sencillas del canto gregoriano. Con algunas excepciones, los textos litúrgicos a los que no se les daba tratamiento melódico libre, se cantaban como recitativos que variaban muchas veces de un día a otro, por esta razón fue necesario crear formulas o tonos que podían usarse con cualquier serie de palabras. Estos tonos consisten en la recitación sobre una sola nota con varias inflexiones, en señal de división gramatical del texto. Los tonos recitativos más sencillos son los de las oraciones y distintos tipos de lectura, ya sean bíblicas o no. En la edad media, el tono al que más se recurría era el de la,  con inflexiones inferiores en sol y fa. Posteriormente hubo una tendencia  cada vez más frecuente a recitar sobre la nota superior del intervalo de semitono, o sea, fa o do. La epístola de la Misa Solemne que ya sirvió como ejemplo, refleja lo explicado.


Algunos tonos, además de contar con las inflexiones ya tradicionales, cuentan con una inflexión más simple llamada flexa,  que se indica con una coma. El metrum señala una división importante de la frase y el punctum equivale a lo que conocemos como un periodo.


BIBLIOGRAFIA
<a href="http://arts.jrank.org/pages/6745/text-setting.html">text-setting</a>
http://fundacionjuanbautistaplaza.com/his03.htm#t4
Hoppin, Richard H., La música medieval, Ediciones Akal, S.A., 2000  









José Laguna Zúñiga.
Ismael Isauro Estevané Rascón.
Oscar Vinicio Oceguera Licea.









2 comentarios:

  1. Hola. Voy a tomar prestada la partitura de el Introito de la Misa de Pascua para mi blog. Espero que no le importe, y en caso contrario, solo tiene que hacérmelo saber y la quito. Muchas gracias.

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